Santiago 2023: Una historia escalofriante en el Estadio Nacional y el partido de fútbol más oscuro
Santiago, Chile – La Torre de la Memoria, ubicada en el Estadio Nacional de Santiago, es el símbolo de que Chile no quiere esconder u olvidar su pasado, por más tenebroso que haya sido. Este silo de 90 pies de altura, pintado para estos Juegos Panamericanos por el artista Alejandro “Mono” González, recuerda lo sucedido allí durante el gobierno del dictador Augusto Pinochet, quien tomó el poder por la fuerza el 11 de septiembre de 1973 y dejó más de 1,200 personas desaparecidas.
El Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos fue el escenario central de aquellas barbaries cometidas, cuando sus entrañas se transformaron en una cárcel clandestina para detener y torturar a los opositores a Pinochet.

La torre es un silo de 40 pies de altura intervenida por el artista Alejandro “Mono” González. >Suministrada
A raíz de las atrocidades cometidas por la dictadura chilena de Pinochet, la selección de fútbol de la entonces Unión Soviética se negó a viajar a Santiago para definir la clasificación al Mundial de Alemania 1974. Uno de los integrantes de aquel equipo soviético era el ucraniano Oleg Blokhin, quien tiene los peores recuerdos de aquella eliminatoria: “Estuve presente en el 0-0 jugado en Moscú. Pero hablamos con el plantel y decidimos no jugar la revancha. No quisimos hacerlo porque estaba Pinochet en el gobierno. Para nosotros era peligroso viajar a Chile y le llevamos nuestra preocupación a la federación de fútbol. Al final se decidió abandonar la eliminatoria al Mundial”. El Kremlin apoyó la decisión.

Unos pocos espectadores fueron al ver la parodia de un partido y hubo una fuerte custodia militar. >Suministrada
Frente a este escenario, un integrante del Comité Ejecutivo de la FIFA se animó a vociferar: “Si Granatkin (presidente de la federación soviética) dice que el Estadio Nacional está ocupado con detenidos, yo saco una carta en la cual el Gobierno de Chile asegura que varios días antes del 21 de noviembre ese escenario estará a disposición del fútbol”.
La noticia de la suspensión del partido llegó a la selección chilena en la medianoche previa al encuentro. El delantero Carlos Caszely hoy lo recuerda: “Esperábamos en la concentración cuando nos comunicaron que los soviéticos no vendrían. Todo aquello, para quienes estábamos comprometidos con la libertad era de una tristeza terrible. Los familiares de los desaparecidos se me acercaban y me pedían: ‘Chino’, tú que estarás en el estadio, por favor, averíguate si está mi hijo, o mi compañero de la universidad”.

Una foto que es un documento: detenidos en las instalaciones del Estadio Nacional. Allí eran ocultados y torturados por el proceso militar que comenzó en 1973.
Unos días antes del juego ya no quedaban detenidos bajo las gradas del estadio para poder sortear una superficial inspección de la FIFA. A la hora prevista para el juego, la selección chilena y el árbitro local Rafael Hormazábal salieron al campo de juego. Era puro formalismo, una puesta en escena lamentable para obtener el pase al Mundial por descalificación de los soviéticos. La parodia se completó con una banda de Carabineros (policías) tocando el himno chileno mientras se izaba la bandera nacional.
Los jugadores de rojo –qué paradoja– sacaron del medio y trotaron torpemente pasándose la pelota ante una portería vacía, hasta que Francisco Valdés, el Chamaco, llegó a la línea y esperó a que los fotógrafos enfocasen bien para empujarla de derecha. Tremenda payasada tenía un objetivo: Chile estaría en el Mundial Alemania 1974 con un gol fantasma. Para algunos medios de comunicación partidarios de Pinochet, se trataba de una victoria del régimen pinochetista sobre el comunismo soviético. Pero se trató del (no) partido más vergonzoso de la historia del fútbol.

La selección de Chile anota un gol jugando sin rival para clasificar a la Copa del Mundo. La Unión Soviética había decidido no presentarse. >Martin Casullo
No fue un acto asilado de la FIFA. La Copa del Mundo de 1978 se jugó en Argentina, cuyo presidente era el dictador General Jorge Rafael Videla. Un gobierno de facto al que se le adjudicaron cerca de 30,000 personas desaparecidas.