Confinados encuentran una segunda oportunidad de vida a través del teatro
El niño está sentado distraído en el piso sin saber que su vida ha cambiado para siempre. Cuando la mujer entra y se sienta en una silla cercana a observarlo, la crudeza de su realidad comienza a revelarse.
“Hola, ¿cómo te llamas?”, pregunta la mujer.
“Danielito”, responde el niño.
“¿Qué haces?”
“Aquí, jugando”.
“¿Y por qué estás descalzo y tienes la ropita sucia?”
“Es que no tengo zapatos porque mi mamá no tenía dinero pa’ comprar las ‘medecinas’ y los vendió en el punto…”, dice Danielito.
Las “medecinas” que menciona el niño son las drogas que usa su madre, una adicta que para poder mantener su vicio también se prostituye. La mujer sentada al lado del niño escucha su historia, consternada, mientras el Danielito narra inocentemente los pormenores de su corta vida.
“Cuando ella se toma las medecinas, ella me quiere mucho. Ella me besa, me abraza y me da muchos besitos”, explica el niño.
Muchos hombres van a su casa, dice. Su mamá le dijo que son sus primos y tíos que van a pasar la noche y luego se van.
“A veces me tocan”, dice, “y a mí no me gusta…”
Un día, la mamá de Danielito se cayó y no despertaba. El niño intentó buscar ayuda, pero nadie contestaba.
“Yo quiero que ella se despierte, para que de muchos besitos”, dice, lloroso.
Pero la mamá de Danielito nunca va a despertar.

La mujer que ha llegado hasta su lado le da difícil noticia al niño de que su madre ha muerto a causa de sus “medecinas”. Pero su mensaje no es solo de desesperanza, la mujer también trae consigo una nueva oportunidad de vida. Danielito no tiene por qué ser otra víctima fatal del ciclo de violencia en el que nació. La mujer será su nueva mamá, le dice, y le promete que le dará todos los abrazos y besos que quiera y, juntos, caminan fuera del escenario.
“Esta es la historia de un niño que todas las que estamos aquí hemos conocido. Tanta gente ha visto esta historia repetirse a diario, que ya ni se conmueven. Nosotras quisimos que ustedes conocieran a Danielito como nosotras lo conocimos también”, dijo una narradora antes de que el resto de las actrices subieran al escenario.
“Y mi mamá, ¿dónde está?”, fue una de las diversas presentaciones teatrales que se llevaron a cabo durante el Conversatorio Teatral 2023: El poder del Teatro en la Rehabilitación, llevado a cabo el 24 de octubre en el Centro de Bellas Artes de Santurce. El evento fue organizado por el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) y los protagonistas de las puestas en escena fueron hombres y mujeres que actualmente se encuentran confinados en las cárceles del país y que han encontrado una segunda oportunidad de vida en el teatro.
Durante el conversatorio se presentó una diversidad de paneles en los que varios confinados y exconfinados ofrecieron testimonio del impacto de este programa en sus vidas.
“Esto es un evento sumamente importante, ya que en él, damos a conocer nuestras historias de vida y cómo hemos trascendido quizás a otros escenarios. No solamente nos dejamos llevar por esas malas situaciones que hemos enfrentado, sino que hemos podido llevar mensajes de prevención a comunidades que realmente lo necesitan y que aportan algo positivo a nuestra sociedad y estamos encaminados en eso, a seguir superándonos y a seguir aportando de manera positiva”, dijo Omayra Torres, una de las panelistas. Torres también formó parte del importante programa de educación universitaria para confinados y recientemente terminó su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico.
“El teatro es como una montaña rusa de emociones. Empezamos desde abajo, subimos, volvemos a bajar, y capturamos la atención y las emociones de estos jóvenes. Y una vez tenemos a ese público cautivo, entonces, con los talentos y las experiencias vividas, podemos llegar a las mentes y corazones de quienes nos ven, para que ellos no cometan los errores que cometimos muchos de nosotros”, opinó Ramón Batista sobre las herramientas que les ofrecen las artes teatrales para poder ver sus propias vidas como una historia de la que se puede aprender.
Asimismo, Javier Franco, otro de los panelistas, también ofreció su perspectiva sobre la importancia de un programa como este en le proceso de rehabilitación de las personas privadas de libertad.
“Con el teatro nosotros podemos hablar el mismo idioma que habla la comunidad. Nosotros recreamos lo que pasa en los barrios, lo que pasa en los residenciales. Cómo comienza la historia y cómo termina. Creo que una de las partes más importantes tiene que ver con nuestro testimonio real, nuestras sentencias, el tiempo que llevamos confinados. Nosotros les decimos a ellos que sí, pueden trabajar para ponerse una cadena gorda, para tener carros caros, pero al final de eso, van a estar como nosotros, tras las rejas, gran parte de sus vidas. Ese es el disuasivo, que no lleguen a eso, y a través del teatro lo podemos lograr”, sostuvo Franco.

Los tres entrevistados insistieron en la necesidad de programas como estos para poder brindar una verdadera oportunidad de rehabilitación y a la vez agradecieron a la administración del DCR por permitirles formar parte de estos esfuerzos y contar sus historias alrededor del país, en lugares como escuelas y en actividades municipales, por ejemplo.
Durante el evento estuvieron presentes la secretaria del DCR, Ana Escobar Pabón, al igual que varias figuras culturales y de la escena artística del país como Ángela Mari, Antonio Morales, Alexandra Malagón, Lilly García, Carlos Esteban Fonseca, Pedro Adorno, Elia Enid Cadilla y Jacobo Morales.
Las presentaciones teatrales abarcaron temas como la violencia en el hogar, el uso de drogas, el abandono paternal, todos inspirados en las vivencias de personas confinadas y todos reflexionando, de una forma u otra, sobre una pregunta en particular que fue esbozada por uno de los panelistas.
“¿Cómo podemos ver si están rehabilitados, si no les damos la oportunidad?”