Mela Pabón le sigue el paso a la fortuna
Son las 12:30 del mediodía y el sol caliente azota a la calle Cerra. Un viento leve mueve las hojas de una hiedra del diablo y las atosiga en el rostro de Mela Pabón. Las primeras veces, Mela las aparta de su cara con cuidado de no dañarlas y sin prestarles mucha atención.
“Al principio yo creo que era para poder bregar con las loqueras que llegaban al hotel, como por ejemplo muchos turistas de cruceros que no sabían ni dónde estaban y eran como que: ‘Are you a real-life Indian?’; que si yo era una india taína y cosas así. O sea, una cantidad de microagresiones, involuntarias, quizás, y dije: ‘Necesito un outlet para bregar con todo esto’”, explica mientras la rama de la hiedra (también conocida como potos) insiste sobre su cachete derecho. Una breve molestia aparece en su rostro moreno mientras las saca de su cara otra vez.
“Mi estilo es no saber dibujar, surge de no saber dibujar. O sea, yo dibujaba caras sin cuerpo. Era casi como dibujar en palitos, pero con cabezas. Más como un ‘stick figure’ un poco más elaborado. Y eso también me dio mucha libertad creativa, en el sentido de que me enfocaba más en el contenido y no tanto en el resultado. Era más en la viñeta, como tal, en el mensaje o la situación, y la forma, pues lo que saliera”, continúa mientras la hiedra del diablo regresa con su venganza. Pero esta vez, en lugar de molestia, una sonrisa de resignación se le forma en los labios. Si algo sabe Mela Pabón es que molestarse con el destino no es una buena idea y, en este momento particular, el destino parece tener ganas de bromear.
“Yo creo que un tema que se repetía mucho en mi cómic es la vergüenza propia o la vergüenza ajena de mí misma. Lo que se le llama ahora el ‘cringe’. Cosas que yo hacía que decía: ‘Wow, qué ridícula’. También era como un escudo. Yo creo que los cómics para mí por mucho tiempo eran un escudo en el sentido de si yo me burlaba de esto primero, nadie me la puede montar a mí porque ya yo me la monté a mí misma”. No hay fallas en su lógica esotérica.
El fenómeno de Mariela “Mela” Pabón es uno ciertamente extraño y comenzó mientras trabajaba en la recepción de un hotel en San Juan. De ahí surge el nombre “Check-In”, una plataforma en redes sociales que nació como un tipo de blog para desahogarse. Y por mucho tiempo fue solo eso. Las caricaturas eran sencillas y cómicas y relataban historias breves con las que muchas personas podían identificarse. El concepto funcionó de esta forma por mucho tiempo hasta que a Mela se le ocurrió la idea de dibujar y escribir una serie de horóscopos. Al principio, no era nada serio, por supuesto. El personaje de “Madame Mela” era un vacilón y una forma de enviarles mensajes a sus amigos de forma jocosa.
“Yo se la quería montar a mis amigos también, lo mismo de la vergüenza, pero más colaborativo. Se creó una dinámica donde a veces yo llamaba a mis amigas y les preguntaba: ‘¿Cómo tú estás este mes?’, o de cosas que me contaban, yo les tiraba puyitas por el horóscopo”, dice.
Al principio, cuenta, era vacilón. Pero para su sorpresa, los horóscopos adquirieron vida propia. “De repente tienes 1 millón de personas o más leyéndolos, tienes una responsabilidad, donde ya no puedes ser tan vacilón y tan a lo loco porque tú no sabes de qué forma impacta al otro”.
Mela tiene solo 31 años. Su apariencia es juvenil y se traslada por la vida como un huracán de creatividad. El estrés es su enemigo y mientras habla y batalla con una planta confiesa que le tiembla uno de sus ojos. Este fin de semana estará presentando un proyecto extremadamente ambicioso a un público amplio en Puerto Rico. Una máquina de la fortuna inspirada en la imagen de “Madame Mela” estará disponible durante “Santurce es Ley” para que las personas prueben su suerte con los astros. Esta edición del evento ha sido gestada en parte por su hermano, el artista urbano Rafa Pabón, quien ha unido el evento al lanzamiento de su más reciente producción musical.
El artilugio es realmente impresionante. En el interior de un cajón de madera, una figura interactiva posa sus manos sobre una bola de cristal que brilla en colores. Con el depósito de tres dólares, “Madame Mela” cobra vida y con voz profunda otorga sus premoniciones azarosas a quien las desee en la forma de un boleto.
“Coge consejos”, reza la máquina y Mela repite sus palabras con emoción. Su figura se ve diminuta al lado del cajón. El boleto que expide en esta ocasión lee: “Madame Mela tiene un mensaje para ti: Mira, disculpa que te lo diga así, pero le tienes que bajar (…) Detente, respira, reflexiona y asume responsabilidad. Sabes exactamente lo que tienes que hacer para acabar con ese revolú que tienes encima. Hazlo ya, mi amor”.
Pabón estudió escritura creativa y ese espíritu literario es algo que no ha abandonado. “La fortuna yo la escribí, lo que dice la máquina también yo lo escribo. Yo creo que yo nunca voy a parar de buscar enlaces que quizá parezca que no pegan, pero al final sí, porque todo viene de ahí, de la escritura”.
La máquina de la fortuna está inspirada en un concepto de la película “Big”, de 1988, protagonizada por Tom Hanks, en la que un niño utiliza un máquina similar que lleva por nombre “Zoltar” ante la que desea convertirse en adulto. “Esta máquina toca una fibra de nostalgia. Yo me acuerdo en el cine que estaba la de ‘dame una moneda y te leeré la palma’. Lo pensé y dije: ‘Estaría bien nítido sacar a Madame Mela un poco de Instagram y jugar con todo el lenguaje esotérico que hay y explotar todas las referencias”.
Se puede decir que sufrió una pequeña obsesión por hacer esta máquina, al nivel de que pensó construirla por sí misma. “Las hice en Estados Unidos, con los de ‘Big’, los que hicieron la máquina de la película. Me puse como una loca a investigar, llamé a 20,000 números y di con quienes las fabrican”. Un golpe de suerte (¿o de fortuna?).
Actualmente, existen dos máquinas de “Madame Mela”, una en Puerto Rico y otra en España, donde actualmente reside Pabón.
“Ahora lo de la astrología es como un híbrido entre mis amigos y esa comunicación con la gente que los lee, que eso es lo que yo creo que lo hace divertido, lo que me gusta. Eso y la astrología de verdad”, explica. “Yo leo lo que me conviene. Si no me conviene, picheo. Eso es un poco lo que quiero compartir con la gente”. Es importante no tomarse todo tan en serio.
Después de tanto tiempo, le puede resultar tedioso sentarse a escribir horóscopos todos los meses, pero ha encontrado una fórmula que le permite hacerlo divertido. “Son muchos signos, y llevo desde 2017 sin parar: 12 meses en cada año, 12 signos. Son muchos horóscopos”. Tampoco quiere verse limitada por la imponente reputación de su personaje. “Yo nunca me he querido llamar astróloga. Creativamente, eso no es lo único que yo quiero hacer, que me encasillen en astróloga porque surgió como un proyecto creativo, como 20 otros que he hecho”.
Pabón tiene claro que su vida puede ser un tanto desorganizada, pero no deja que le afecte demasiado. “A veces cuestiono mis métodos, a veces pienso que debería organizarme más, debería hacerlo con más tiempo. Pero ya lo hablé en terapia y no funciona así. Y tengo que hacer las paces con eso. Yo trabajo bajo presión. El proceso es el proceso”, dice.
¿Qué le dicen, entonces, los astros sobre su futuro?
“Me va a ir brutal. Yo siento que cada día que pasa es una fortuna nueva. Yo creo que todo va a estar bien. Eso es lo que me dicen los astros”. El viento de la tarde empuja las hojas de la hiedra del diablo sobre su rostro una vez más.