¿Cómo saber si mi hijo padece de una condición de salud mental y necesita ayuda?
¿Su hijo o hija muestra cambios repentinos de comportamiento? ¿Evita lugares y situaciones que antes eran rutinarias? ¿Varió abruptamente de sentimientos y ahora se manifiesta infeliz, enojado o asustado?
Si este es el caso, sepa que el menor pudiera estar enfrentando una condición de salud mental, aunque son los profesionales de este campo los indicados para confirmarlo e identificar síntomas y tratamientos, o determinar si, por el contrario, se trata de conductas habituales relacionadas con el crecimiento.
“Puede ser difícil distinguirlo”, reconoció la doctora Antonia Coello Novello, ex cirujana general de Estados Unidos, durante la Primera Cumbre de Salud Mental Juvenil, celebrada recientemente y organizada por la Fundación Fields of Joy.
Según la experta en salud pública, la pandemia de COVID-19 trastocó a la población pediátrica, causando desde casos de maltrato o abuso infantil hasta conflictos familiares, cambios de rutinas y pérdidas de relaciones debido al aislamiento.
“La adolescencia es una etapa bien difícil y retante. En esas edades, se identifican muchas conductas, como aislamiento social, pérdida de intereses, cambios de rutina, actitudes, agresividad, llanto, ansiedad, dificultades académicas y conductas de riesgo”, indicó, por su parte, la doctora Gloria Suau, directora del Programa de Residencia en Psiquiatría General del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
De acuerdo con Suau, algunos de estos comportamientos pueden ser comunes, pero otros no. Esa “raya finita”, explicó, se puede medir a base de la intensidad, frecuencia y duración de las manifestaciones.
“La mayoría de los diagnósticos se hacen por el tiempo de duración. Hay que observar las conductas, ver cuánto duran porque hay cosas esperadas como parte de su desarrollo, ya que algunos no saben cómo manejar correctamente sus emociones”, dijo.
Mencionó, por ejemplo, que, cuando se observa una conducta muy fuera de lo normal en el joven o por mucho tiempo, se levantan las banderas de alerta. “No es lo mismo estar triste un día que tres semanas”, ilustró.
Suau reconoció que las citas con un experto en salud mental pueden demorar meses, pero destacó que hay instituciones hospitalarias que pueden atender y canalizar casos de emergencia. Entre estos, identificó al Hospital de la UPR, en Carolina, donde opera el Programa de Residencia en Psiquiatría, el cual atiende a pacientes adultos y pediátricos.
Hay que buscar ayuda
Por otra parte, Coello Novello señaló que, si un menor sufre una condición mental, sus padres deben buscar ayuda para que reciba terapia cognitiva conductual, además de terapia familiar para que todos en su núcleo puedan asistirlo.
En esa línea, la doctora Julimar Sáez Colón, psicóloga clínica, reconoció que aún imperan tabúes sobre la salud mental. “Tenemos que normalizar este tema, sin estigmas ni prejuicios”, enfatizó.
Planteó, por ejemplo, que es importante que se valide que los varones pueden llorar y que se reconozca que los menores pueden enfrentar preocupaciones. Agregó que tener buenas notas no significa que un estudiante esté bien de salud mental, pues podría estar sujeto a mucha presión y ansiedad.
“Históricamente, la salud mental se ha asociado a algo negativo porque se cree que la gente que busca ayuda no es inteligente o capaz”, deploró, al destacar que la salud mental debe asociarse al bienestar, no necesariamente a una patología.
En tanto, Eduardo Lugo, catedrático asociado de Psicología en la UPR Recinto Universitario de Mayagüez, expuso que seis de cada 10 niños viven en pobreza, lo que la Organización Mundial de la Salud reconoce como el principal determinante social de la salud. Lo anterior, dijo, desemboca en una mayor probabilidad de desarrollar condiciones psiquiátricas, como déficit de atención con hiperactividad, así como dificultades de desarrollo.
Ante esta situación, Lugo urgió a una mayor educación sobre el tema para que, desde la academia, se reconozca y atienda el problema. También, abogó por un mayor acceso a los servicios de salud mental en comunidades desventajadas.